viernes, 22 de junio de 2007

DESDE "SILENCIOS ELOCUENTES"


Precisión, emoción.


En la arquitectura es necesaria la primera para que la segunda fluya. La emoción es algo tan sutil, tan leve, tan bello que sólo mediante precisos mecanismos y estrategias podemos atraparla, conseguirla, provocarla.
Y pienso en el silencio de la arquitectura de Mies. Como dice Carlos Martí, es un silencio transitivo, transparente, que nace de la búsqueda de lo esencial, de la economía espiritual, y que refleja claramente su búsqueda del espacio universal.


¿Cómo saber si Mies logra algo en esa búsqueda?
La arquitectura, como escenario de nuestras vidas y de cada una de las facetas de éstas, ha de ser capaz de desaparecer, de asumir su silencio como algo que construye las vidas que contiene, que las permite y las acompaña de manera callada, que las pone en relieve. Como el cine de Ozu, sirve de receptáculo de emociones...lugar que te permite ser gracias al silencio.


La experiencia de la arquitectura es vital para entenderla. Visité el pabellón de Mies hace unos años. Y recuerdo perfectamente cómo me sentí allí. Cierto que me embargó la emoción de estudiante de arquitectura que visita casi un templo... Pero cierto también que, después esa emoción inicial, me quedé allí unas dos horas. Y experimenté esa magia del vacío.
Te reconoces en el espacio libre de todo artificio, te encuentras con el "yo" que más te representa. La espiritualidad, la contemplación que supone su obra lo es porque en ella, libre de todo, esta el auténtico ser. Es esto lo que me hace concluir que Mies completa un poco esa búsqueda en la que se centra. Es universal porque 70 años después de ser ideado, ese espacio logra conmover.


La precisión en la arquitectura es necesaria a cada paso del proceso que sigue un proyecto. Es necesaria en la búsqueda inicial de irracionalidades y evidencias del lugar, en la selección de las ideas que regirán la estrategia de creación – conformación – composición. Lo es también en los mecanismos que den forma al proyecto y en la honestidad que hay que desarrollar para huir de contradicciones en las distancias cortas: detalles, textura, estructura.

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