Mi interés por las artes escénicas y los espacios donde se llevan a cabo, me ha hecho leer algunos textos interesantes. El siguiente es una reinterpretación que he hecho de unas notas de conferencia de Pablo Beitía, Arquitecto escénico.
HABLAR DE ESPACIO PARA HACER TEATRO
Hoy conocemos disciplinas que manejan el espacio, lo modifican, lo proponen, lo inventan, lo crean y recrean, es decir, hay artistas del espacio. Los dos fundamentales sin duda son los escultores y los arquitectos.
Los escultores llevan a cabo una composición espacial que constituye un límite a la posibilidad de aprehensión, el observador no puede entrar en una escultura, la materia ha tomado forma y nosotros la admiramos, contemplamos, rodeamos. El escultor es un artista que le pone un límite a nuestra experiencia espacial.
Los arquitectos en cambio resolverá complejos espaciales transitables, no se queda en la fachada, su problema reside en generar entidades espaciales complejas y penetrables.
Si hablamos de Teatro, surge otra figura inesperada, el escenógrafo, una especie de mago que hace la mezcla de las dos situaciones, un espacio impenetrable (escultura) para el espectador, y además un espacio útil y acotado (arquitectura) para el actor.
En la antigüedad el escenógrafo en muchos casos era el pintor de un gigantesco lienzo, el último plano de la escena. En el siglo XX, se plantea la transformación total de la cuestión escénica. Ese replanteo hace que los primeros 30 años sean riquísimos en reformulaciones arquitectónicas. Por ejemplo en la Bauhaus se desarrolla un espacio teatral rodeado y con equipamiento técnico suficiente para plantear otros usos contemporáneos como la proyección, iluminación, etc. Con este planteamiento, el actor se da cuenta que puede crear espacio por si mismo, no haría falta mas que unas luces bien puestas, una coreografía y solo el actor. El escenógrafo astuto decide entonces despojar a la escenografía del exceso de carga histórica, de los dorados, molduras y dibujos, momento en el que empieza a parecer arquitectura.
Cogidos de la mano actor y escenógrafo, preparados a lanzarse al espacio y alcanzar límites insospechados, se topan con la figura de arquitecto, el cual ha heredado el teatro a la italiana, platea, telón, y al otro lado misterio, la caja escénica ¿Esto debe de seguir siendo asi?
Haría falta redefinir el edificio teatral y dotarlo de una nueva escala. Lo dicen los actores, hay que construir con previsión de futuro, este espacio escénico debe de ser tan flexible como para poder soportar las propuestas teatrales actuales y las que puedan venir en un futuro. El arquitecto debe de asumir que su edificio será en la mayoría de los casos un contenedor en el que cada “actor” tiene que cumplir con su papel, si él no cumple entonces será el escenógrafo el que lo haga.
HABLAR DE ESPACIO PARA HACER TEATRO
Hoy conocemos disciplinas que manejan el espacio, lo modifican, lo proponen, lo inventan, lo crean y recrean, es decir, hay artistas del espacio. Los dos fundamentales sin duda son los escultores y los arquitectos.
Los escultores llevan a cabo una composición espacial que constituye un límite a la posibilidad de aprehensión, el observador no puede entrar en una escultura, la materia ha tomado forma y nosotros la admiramos, contemplamos, rodeamos. El escultor es un artista que le pone un límite a nuestra experiencia espacial.
Los arquitectos en cambio resolverá complejos espaciales transitables, no se queda en la fachada, su problema reside en generar entidades espaciales complejas y penetrables.
Si hablamos de Teatro, surge otra figura inesperada, el escenógrafo, una especie de mago que hace la mezcla de las dos situaciones, un espacio impenetrable (escultura) para el espectador, y además un espacio útil y acotado (arquitectura) para el actor.
En la antigüedad el escenógrafo en muchos casos era el pintor de un gigantesco lienzo, el último plano de la escena. En el siglo XX, se plantea la transformación total de la cuestión escénica. Ese replanteo hace que los primeros 30 años sean riquísimos en reformulaciones arquitectónicas. Por ejemplo en la Bauhaus se desarrolla un espacio teatral rodeado y con equipamiento técnico suficiente para plantear otros usos contemporáneos como la proyección, iluminación, etc. Con este planteamiento, el actor se da cuenta que puede crear espacio por si mismo, no haría falta mas que unas luces bien puestas, una coreografía y solo el actor. El escenógrafo astuto decide entonces despojar a la escenografía del exceso de carga histórica, de los dorados, molduras y dibujos, momento en el que empieza a parecer arquitectura.
Cogidos de la mano actor y escenógrafo, preparados a lanzarse al espacio y alcanzar límites insospechados, se topan con la figura de arquitecto, el cual ha heredado el teatro a la italiana, platea, telón, y al otro lado misterio, la caja escénica ¿Esto debe de seguir siendo asi?
Haría falta redefinir el edificio teatral y dotarlo de una nueva escala. Lo dicen los actores, hay que construir con previsión de futuro, este espacio escénico debe de ser tan flexible como para poder soportar las propuestas teatrales actuales y las que puedan venir en un futuro. El arquitecto debe de asumir que su edificio será en la mayoría de los casos un contenedor en el que cada “actor” tiene que cumplir con su papel, si él no cumple entonces será el escenógrafo el que lo haga.
Cuando todas las luces se apaguen y la caja escénica se ponga en funcionamiento, el Actor construirá el espacio.
Por si a alguien le puede interesar el texto original se encuentra en la siguiente dirección
2 comentarios:
La escenografía requiere mucha precisión especialmente en la luz.
Entregas dos días tarde amigo.
ELISA
Ante tal imprecisión no hay excusas.
Cuando un espectaculo se pone en marcha y el mismo dia del estreno no está acabado quedan 2 opciones, o se aventuran a improvisar con el riesgo al fracaso, o posponen la función un par de dias pidiendo disculpas al público.
Pido disculpas.
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