viernes, 22 de junio de 2007

Me parece interesante recuperar el debate abierto por un compañero hace ya tiempo, el día de la presentación de la asignatura, y que he recordado leyendo un articulo publicado en ELSEMANAL de El País, “MI CASA ES UNA OBRA DE ARTE” (30/07/2006), e intentar comprender en parte la falta de entendimiento entre arquitecto y usuario. A través del texto se vuelcan opiniones de ambas partes, en edificios como la torre Agbar, el edificio mirador en San Chinarro, o la Villa Bio entre otros, y un cuestionario final a un arquitecto que deja entrever esa incomprensión latente en sus preguntas. ¿Cómo puede ser que en un edificio como el de San Chinarro haya sido modificado posteriormente en un alto porcentaje, después de que las oficinas de VPO municipales tuvieran que costear los gastos finales que encarecieron la obra? ¿Qué necesidad existe en encarecer los procesos, de proyecto por un lado, y de apropiación de las viviendas por otro? Los arquitectos aclaran que en un sorteo publico donde aparecen hasta 15 tipologías distintas como este, es normal que existan estos cambios.

No es mi papel juzgar las decisiones que hayan llevado a esta situación, pero insisto: este encarecimiento por ambas partes es innecesario si desde un principio priman la voluntad de dialogo y la comprensión hacia los modos de vivir. Me parece importante la integridad del concepto en cualquier proceso creativo, y ese compromiso que conlleva conciencia y respeto hacia la obra por parte del individuo que forme parte de ella. Estas distorsiones evidencian él vació entre los que participan en este proceso, y desde un punto de vista coherente e incluso egoísta, debe aparecer en el comienzo la responsabilidad con todo lo que la obra conlleva. En el momento que se coge un lápiz debe aparecer esta aspiración.

Como dice Julio Cano Lasso en “mi visión de la arquitectura”: la arquitectura, ademas de ser un arte, son un servicio de gran importancia social. La obra de arquitectura no puede ser conducida por valores objetivos intocables hasta el final, como ocurre con otras artes.
Las tres casas que más trascienden en la escuela, son a mi parecer, la villa saboye, la casa de la cascada y la casa farnsworth, son tres casas que no han permanecido habitadas por su inadaptación a los usuarios. Debemos plantearnos hasta que punto nos interesa hacer una arquitectura que solo comprendemos nosotros, y si queremos que perduren esas opiniones que se escuchan por la calle. Cuando dejemos de hacernos los incomprendidos y de inventarnos algún que otro palabro, para acércanos a la realidad, la gente asociara la arquitectura “buena” con arquitectura de “calidad”, nos quitaremos la coraza y podremos tener conversaciones con nuestras abuelas sobre nuestras inquietudes arquitectónicas.


1 comentario:

arquitectos en proceso de aprendizaje dijo...

Tu comentario es interesante.
Mies, el Corbu y Wright nos han enseñado mucho con esas casas invivibles, pero además toda la ciencia siempre progresa con prototipos que parece que no funcionan, la primrea bombilla tampoco funcionó, pero de ahí se aprendio a hacer la siguiente.
Empieza a hablar con tu abuela de arquitectura que llegaras a concluiones a las que tambien llego el Corbu.
Seguiremos hablando. ELISA