miércoles, 20 de junio de 2007



A mi modo de entender, la precisión (o ser preciso) estaría ligada al hecho de desprenderse de lo innecesario o trivial y quedarse simplemente con la esencia de las cosas, lo que realmente da sentido y no interfiere en la comprensión de algo. En el proyecto arquitectónico esta esencia sería el mismo espacio, la forma creada en si misma, la articulación de las distintas partes,… y en definitiva lo que Luis Martínez Santamaría llama en su libro “Intersecciones” el orden.

La idea o argumento que a veces se utiliza para dar sentido a un proyecto no deja de ser un artificio lingüístico que lejos de explicarlo, a veces lo confunde y pierde en un mar de palabras. No se trata de, como se dice en el libro “Silencios elocuentes”, revelar en cada proyecto “…dimensiones o aspectos de la realidad que nos conciernan a todos.”, sino de dar respuesta a unas necesidades emocionales y funcionales que se abordan más fácilmente desde el manejo de ese concepto de orden, que da sentido puro a la propuesta.


Uno de los proyectos que más me ha sorprendido en este sentido es el de las viviendas de Luis Martínez Santamaría en Sigüenza. En ellas se lleva el significado de escala a la máxima potencia y en ella está argumentado casi todo el proyecto, en la precisión de la dimensión de las cosas. Y deja espacio para una imagen que a mí personalmente me emociona: en el centro de todo, siguiendo un eje, se puede distinguir un chopo que focaliza la mirada y da una idea de la dimensión de la parcela. No es necesario nada más para argumentar el proyecto: forma, espacio, escala,…precisión.
Antonio Dominguez Camanforte


2 comentarios:

Juan Jesús Muñoz Hernández dijo...

Hola Antonio.
Estoy de acuerdo contigo en cuanto a que una obra de arquitectura, esencialmente, y antes que destacar artificios linguisticos o formales, debe de responder esencial y perfectamente a la función para la que fue concebida. Si bien, la función del arquitecto no se puede quedar en el mero hecho de resolver con perfección esas funciones, sino que debemos aportar algo más a cada una de nuestras obras, sean grandes o pequeñas.
Los "regalos" que como arquitecto puedas imprimirle a cada obra, que faciliten la vida de sus usuarios, quizás sin que ellos lo perciban, seguramente sin que los pidiese el programas... aspectos de la obra de arquitectura que puedan hacerte emocionarte, sentir paz o una tranquilidad añadida en un pequeño rincón... estos pequeños aspectos creo que deben de ser tan importantes como el mero hecho de resolver correctamente un programa.
Seguiremos contrastando opiniones..

Antonio Dominguez dijo...

Justamente creo que esos "regalos arquitectonicos" de los que hablas deben venir del buen manejo de la forma y el espacio, ya que con ellos se consigue dar esas cualidades a los lugares que creas en cada proyecto.

De la funcionalidad solo decir que si las formas son capaces de provocar sensaciones, ésta es capaz de que el edificio pase de ser una escultura bonita a un lugar realmente habitable para el ser humano.

Lo que definia yo como "impreciso" es esa idea de que el edificio debe contar algo ajeno al propio espacio que se va a crear o debe parecerse a algo por estar en un lugar concreto. Con ello trato de defender esa arquitectura que "es" en si misma, que se siente o no que se entiende, que no hace falta saber lo que pretendia contar si puedes sentir sus rincones.