miércoles, 20 de junio de 2007

Casa Romana con figuras,1984
Juan Navarro Baldeweg
Óleo sobre lienzo





Juan Navarro Baldeweg

“…
La austeridad, el rechazo casi supersticioso del ornamento en lo moderno, según la lógica exclusiva de la máquina, ha provocado una desazón, un hambre y una ansiedad cuya causa sólo vagamente podemos identificar. Percibimos, por ejemplo, una oscilación y vaivén que inclina los estilos hacia extremos: uno orgánico, de exuberancia formal y otro en el que lo formal es sujeto al rigor más acentuado. Ambas inclinaciones son complementarias y no necesariamente excluyentes, siendo posible atender ese doble requerimiento no de un modo alternativo sino simultáneamente. En consecuencia, la propuesta consiste en segregar limpiamente los dos estratos evitando supeditar uno a otro, permitiendo una convivencia de ambos en libertad. Rigor racional e impulso ornamental crearían al unísono un tejido en el que se trenzan dos hilos de distinto color.”



En este párrafo de un artículo de Juan Navarro Baldeweg para la revista Arquitectura Viva contrapone los dos extremos de la arquitectura orgánica y la racional. ¿Se supone que por vivir en un mundo donde la tecnología y la maquinaria son el instrumento de trabajo del arquitecto debemos renunciar a las creaciones humanas del artesano?

Esta asignatura me ha ayudado a ver que detrás de un gran edificio, con sus formas estrictas y geométricamente correctas, hay una persona a la que hemos podido admirar, escuchar y entender. Detrás de las máquinas, está el hombre. Nuestras mentes son abstractas, nuestro cuerpo está lleno de curvas, nuestra mano es imprecisa. ¿Por qué tenemos ese interés en esconder nuestras imperfecciones detrás de un cubo de hormigón?
Si los hijos se parecen a los padres, ¿no debería de ser el edificio un reflejo de su creador?

Cuando comenzó la era de la industria, nació en los arquitectos un deseo de enaltecer lo tecnológico, lo moderno, lo humanamente imposible, huir de lo que les rodeaba hasta entonces. ¿Cuánto tiempo seguiremos adorando a la tecnología? ¿No llegará un momento en el que nos rebelemos contra lo que nos rodea para volver a las formas orgánicas, la naturaleza, lo manual?

Creo que Juan Navarro Baldeweg ha definido perfectamente que hemos de hallar el equilibrio entre los dos conceptos, no han de oponerse, han de abrazarse. Debemos aprovechar las maravillas que la tecnología nos ofrece para pulir ese cubo de hormigón hasta convertirlo en un ente que nos acoja y nos invite a adentrarnos en él con tanta delicadeza y naturalidad que nos haga pensar que no hay mejor lugar para asentar nuestro hogar.



Bibliografía:
Revista Arquitectura viva nº 87 (Noviembre- Diciembre 2002)


Paulina Puertas López 20 de junio de 2007

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