martes, 19 de junio de 2007

Arquitectura Moderna

La arquitectura ocupa un lugar importante en la conformación de nuestro entorno, en el que vivimos como seres colectivos. Los aspectos mas cotidianos de nuestra vida definen la arquitectura y, a la vez, están condicionados por ella. El espacio donde trabajamos, descansamos, donde nos divertimos y relacionamos, así como las condiciones físicas o psicológicas que hacen estos espacios mas o menos habitables, y la relación de estos marcos entre si determinan y definen el hecho arquitectónico.

Pero cuando se habla de la arquitectura surgen enfrentamientos en su manera de concebirla: por un lado están los que "hacen" la arquitectura, sean arquitectos, constructores, etc., y por otro los que la "usan", los que la viven.

El arquitecto idea un edificio, contratado por un cliente o por un usuario, y dibuja esta idea en unos planos que servirán al constructor para convertirla en realidad. Esta relación simple entre usuario, arquitecto y constructor ha perdido o va perdiendo su sentido. Las necesidades del usuario, origen de esta relación, van quedando subordinadas progresivamente, van perdiendo importancia frente a un conjunto de fuerzas económicas de la que el promotor se convierte en pieza clave del proceso constructivo, el cual ve la arquitectura desde un punto de vista alejado de cualquier especulación artística: el punto de vista de la rentabilidad económica inmediata.

Frente a esta nueva situación, la persona que necesita una vivienda, un lugar de trabajo o una escuela para sus hijos, no podrá utilizar, normalmente, mas elementos de juicio para su elección y para su uso que los condicionamientos económicos. El usuario ha sido, pues, apartado de toda decisión, no solo de los criterios estéticos del edificio, si no de los criterios funcionales en el sentido de la adecuación del objeto arquitectónico a sus propias necesidades especificas.

Esta ruptura entre las fuerzas que determinan las directrices en el proceso de formación y cambio del ambiente humano, y el usuario es un hecho que esta en la raíz de la problemática que se presencia en la arquitectura de nuestros días.

Durante los pasados siglos y hasta mediados del XVIII, la arquitectura se puede enmarcar en un cuadro unitario. Las formas, los métodos de proyectar, los intereses y las conductas del arquitecto, usuario y constructor son distintos según tiempos y lugares, pero se desenvuelven en el ámbito de la una relación esencialmente fija y definida entre arquitectura y sociedad. Varían las cuestiones particulares y las soluciones, pero la naturaleza del servicio que el arquitecto rinde a la sociedad, así como la función que la sociedad le encomienda, coinciden y son coherentes con los resultados obtenidos. De una manera general podemos afirmar que la obra arquitectónica responde, esta al servicio de las necesidades de la sociedad en general y del usuario en particular.

A partir del siglo XIX, las relaciones funcionales entre arquitectura y sociedad se transformaron radicalmente, y esta ruptura afecta también a su expresión formal.

La arquitectura moderna nace de los cambios técnicos, sociales y culturales que se derivan de la Revolución Industrial y alcanza un sistema de valores y un programa de trabajo formulados explícitamente. Pero hasta principios del siglo pasado no se redondea el movimiento moderno, no se encuentra un método concreto de realización de los principios arquitectónicos durante largo tiempo elaborados.

Sin embargo, al mismo tiempo que el desarrollo de nuevas formas sociales ha propiciado el hallazgo de una nueva manera de expresión arquitectónica, se han creado y agudizado nuevas contradicciones en el campo de la arquitectura, paralelas a otras, mas generales, de la sociedad. Aquella relación funcional entre arquitectura y sociedad ha cambiado de sentido. El motor inspirador de la arquitectura ya no es la resolución de unas necesidades sociales determinadas, si no la especulación con estas necesidades, en función de intereses económicos e ideológicos privados

Solo tenemos que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta que el 80% de la edificación responde a premisas económicas, y no hablo solo de arquitectura destinada a vivienda, sino también de la arquitectura relacionada con la entidad publica.

El gran problema no reside en que no se sepa o se pueda hacer otro tipo de arquitectura, mas bien esta en que la sociedad se ha acostumbrado a este tipo de formas y las acepta e incluso, cuando puede, las requiere tal cual, sin saber que pueden tener algo mejor. Si queremos conseguir que la arquitectura moderna vuelva a ser lo que en siglos pasados, es decir, una relación directa arquitecto - usuario (sociedad), no solo habría que reforzar esa unión entre ambos para que no existan intermediarios que decidan, sino que también habría que dar una educación arquitectónica a la sociedad, para que lo que se haga en un futuro no sea arquitectura, si no buena arquitectura, arquitectura con sentido; arquitectura de precisión.

"La arquitectura abarca la consideración de todo ambiente físico que rodea la vida humana; no podemos sustraernos a ella mientras formemos parte de la sociedad, porque la arquitectura es el conjunto de las modificaciones y alteraciones introducidas sobre la superficie terrestre, cara a las necesidades humanas, a excepción del mero desierto" WILLIAM MORRIS

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