SOBRE EL CAMINO A SEGUIR
Sin duda me han parecido muy interesantes todas las conferencias ofrecidas durante el curso, aunque, quizá por ser la más reciente, la de Rafael Soler de la última clase es la que más me ha dado que pensar durante los últimos días. Ya no sólo por la obra de Alvar Aalto expuesta, paradigmática en su forma de asumir el movimiento moderno de una forma crítica, adaptando estas premisas vanguardistas a su forma de construcción autóctona con inspiraciones orgánicas. Es la última reflexión de Rafael la que más me ha interesado, la invitación a que cada uno busque su propio camino en la arquitectura, donde lo importante no es llegar o no, sino el camino propio.
Si nos detenemos un poco en la obra de cualquier arquitecto se ve palpable una evolución, una búsqueda, sin embargo este camino es totalmente distinto para cada individuo. Basta con fijarse en los ejemplos de dos de los grandes maestros de este siglo: Mies Van der Rohe y Le Corbusier.
El alemán se obsesiona en su obra de principio a fin con la búsqueda del "espacio universal", desarrollando sus dos tipologías preferidas, el pabellón y el rascacielos transparente. Estas dos tipologías evolucionan y mejoran con el paso del tiempo; Mies cambia materiales, sistemas constructivos, etc. pero con una serie de premisas del movimiento moderno que respetará hasta el final de su obra. Así llega un momento en que la obra de Mies se puede resumir en un par de edificios porque todos los demás son similares, más o menos perfeccionados o evolucionados pero con las mismas características.
El francés por su parte también tiene un camino interesante recorrido, pero mucho más rico que el de Mies. La obra de Le Corbusier sufre transformaciones totales con el paso del tiempo, adaptando las mismas premisas del estilo internacional mucho más al contexto de la arquitectura internacional. Desde sus primeras casas, con la teoría de la casa dominó o la casa citroan hasta el brutalismo de sus últimas obras pasando por la unidad de habitación. La obra de Le Corbusier supera el límite que separa la metodología del movimiento moderno y unos nuevos patrones formales para responder a nuevas realidades.
Así, bajo mi punto de vista, el camino recorrido por Le Corbusier parece mucho más rico y arriesgado que el de Mies. De este modo, está claro que todos como arquitectos vamos a seguir una senda y una búsqueda de nuestro propio estilo, pero pienso que este trayecto será mucho más interesante si nos dejamos influir por todo a nuestro alrededor, más que si para buscar una arquitectura propia nos marcamos unas rígidas reglas que nos limitan demasiado. Este quizá sea uno de los grandes aciertos en la obra del propio Alvar Aalto.
Antonio Casado Malagón
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